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Sebastián Arpesella: “La música tiene la capacidad de congelar el tiempo”

El ex guitarrista de la banda indie Gran Prix y fotógrafo, reflexiona sobre “Deriva”, su primer disco solista. “Es una mezcla de distintos momentos, sin timidez en relación a la búsqueda sonora”, define

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Sebastián Arpesella
Sebastián Arpesella es fotógrafo y músico, y participa en la compañía teatral El Silencio, que dirige Romina Paula (foto: gentileza prensa Arpesella)

A mediados de los años 90, la Argentina se había llenado de música. Todos los fines de semana, los suplementos de espectáculos no solo contaban qué gran estrella llegaba al país; también incluían una vasta agenda de bares y sótanos donde los shows hacían vibrar las paredes. Fueron años de mucha experimentación, de quiebres y continuidades, y, en ese contexto, Grand Prix fue uno de los proyectos que mejor logró articular una mixtura de estilos e influencias con una impronta clásica y riffs de guitarra que abrevaban en los Beatles, Elvis Costello, los Who. Grand Prix se disolvió en el inicio del nuevo siglo, pero quedó en el imaginario y sus integrantes cada tanto vuelven a encontrarse en un concierto que recupera las viejas canciones.

Aunque se lo conoce más por su trabajo como fotógrafo —de Messi, de Fito, de Dolores Fonzi, de Peter Lanzani, de Pilar Gamboa, de Camila Fabbri— y como participante de la compañía teatral El Silencio que dirige Romina Paula, Sebastián Arpesella era el guitarrista de Grand Prix y todos estos años se mantuvo vinculado de un modo u otro a la música. Este año publicó Deriva, su primer álbum solista: doce canciones muy climáticas que, como en los tiempos anteriores al streaming, invitan a escucharse de una punta a la otra; con una complejidad armónica e instrumental, pero también con la sencillez y el minimalismo del indie.

“Deriva es una mezcla de distintos momentos”, dice Arpesella en diálogo con 50Libros, “tenía grabadas pequeñas ideas, estribillos, estrofas que podían terminar en una canción y en algún momento me junté con [el productor] Hernán Agrasar para poner un poco de orden”. El disco tuvo una primera prueba pública el año pasado, bastante antes de su lanzamiento oficial, en la segunda jornada del Primavera en la Ciudad 2023 —el festival que continúa al Primavera Sound— que se hizo en el C Complejo Art Media. Esa noche, delante de casi mil quinientas personas, Arpesella fue telonero de Slowdive.

Sebastián Arpesella
Sebastián Arpesella presenta su primer disco, Deriva (foto: gentileza prensa Arpesella)

¿Cómo es la experiencia de sacar un álbum solista? Lo digo en relación a que un grupo también funciona como una suerte de escudo.

—La verdad, no lo pensé demasiado. El hecho de grabar las canciones en casa, de hacer las voces y arreglos y programar las baterías, lo terminó transformando en un disco solista en un momento en que yo estaba sin banda. Lo nuevo es que canté todas las canciones, cuando yo siempre hacía coros. Pero en el show que hicimos en el Primavera tocaron algunos de los músicos que participaron en el disco y me sentí muy acompañado, muy contenido. Son mis amigos, son como parte de mi familia. Toqué con la guitarra acústica en bares para 30 personas y estuve más nervioso que cuando tocamos para los 1300 de ese día, porque éramos siete arriba del escenario.

La música indie, en general, suele trabajar desde lo mínimo o lo tímido. Pero tu disco no es tímido.

—Yo no lo siento así. Es un disco que está trabajado, que tiene un montón de música, un montón de arreglos y un montón de capas. No tiene timidez en relación a la búsqueda sonora. No es que tenga demasiadas cosas raras; son más bien sonidos clásicos. Pero hay un montón de sintetizadores y grabé muchas guitarras también. Tocó Seba Rubín; tocaron todos los ex Grand Prix. También participaron Juan Absatz, Mía Folino, Pablo Font. Fer Lee hizo los bajos y fue un gran aporte porque, incluso en los pocos casos que tocó exactamente lo mismo que yo, su mano mejoró todo.

¿Quiénes son tus influencias? En algunas canciones sentí que resonaba algo de Gustavo Cerati. Por ejemplo “Todavía” tiene un dejo a “Paseo inmoral”.

—Me encanta que me digas eso porque me encanta Cerati. Fito, Charly, Spinetta, Cerati y Calamaro son los músicos que más he escuchado en la vida y les he prestado mucha atención. Es probable que algo se haya filtrado. Entiendo perfectamente que haya algo sonoro; hay mucho trabajo de sonidos de guitarras, que es algo muy de Gustavo. Yo sería feliz de la vida si se filtra algo de esa influencia. Me ha pasado que a veces me hablan de la influencia de bandas que yo no conocía, pero después las escuchaba y encontraba que había vínculos: yo creo que compartimos influencias anteriores.

Si hablamos de tu profesión como fotógrafo, ¿qué relación hay entre música e imagen?

—Posiblemente tenga algo que ver con el registro y la memoria. Puede ser que la fotografía sea capaz de registrar una cierta nostalgia. Me resulta muy atractivo ver las fotos cinco o diez años después. La foto es una especie de testigo de finitud, el paso del tiempo como un elemento que la imagen hace consciente. Y, para mí en particular, pero quizá le ocurra lo mismo al resto de los músicos, la música tiene la capacidad de congelar el tiempo. El primer disco de un artista no es como el último. Las mutaciones de los músicos son increíbles. Mirás a Neil Young tocando con Buffalo Springfield y lo mirás ahora y es increíble. La música acompaña ese proceso.

Si el disco es climático, ¿tus fotos cómo son?

—Las fotos son un encuentro. Yo me vinculo más con los retratos; son las fotos que más me gusta hacer. Esas personas te miran y tienen cosas para decir. La fotografía funciona como la excusa de un encuentro y el encuentro funciona como la excusa para la fotografía. La experiencia está ahí, en el medio. Es una conexión que avanza en la frontera. De hecho —y lo digo muy en serio—, no me genera ansiedad ver después la fotografía que hice. Lo que me interesa es el estar haciendo. Ahí también puede haber una conexión con la música. Cuando tocás con tus amigos en un escenario, donde hay reglas sobre lo que duran las cosas y en qué momento ocurren ciertos cambios, también podés contestar y preguntar y mirarte y cambiar la intensidad. Eso sólo se da tocando con amigos y con gente con la que te comunicás. Después, si cuando bajás del escenario alguien te dice que tal canción salió bien o mal, yo estaba ahí, feliz, con mis amigos.

El show en el Primavera fue previo al lanzamiento del disco, pero ahora ¿cuándo presentás Derivas?

—Estamos viendo para mediados de mayo, pero básicamente es un tema de agenda. Tenemos que juntarnos a ensayar, tenemos que dedicarle tiempo. Yo me lo hago y los músicos también, pero el tema es coincidir. Es como armar un partido de fútbol donde siempre falta uno.

Una versión previa de este artículo fue publicado en Infobae


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