Después de una carrera prodigiosa como periodista y editora —que se inició a finales de los años 50, cuando ganó un concurso abierto de Vogue, la revista favorita de su madre—, y de un puñado de novelas, crónicas y guiones que la convirtieron con los años en una referencia del género de la no ficción en su país, la escritora estadounidense Joan Didion (Sacramento, 1934 – Manhattan, 2021) sufrió una secuencia inesperada de pérdidas que la llevaron a escribir sus dos libros de mayor impacto mundial, El año del pensamiento mágico y Noches azules, ambos publicados por Random House.
En la víspera del año nuevo de 2004, Didion y su marido, John Gregory Dunne —periodista de la revista Time y su compañero durante cuarenta años— se sentaron a cenar. Y él cayó muerto. Esa muerte ponía punto final a una relación de amor y mutuo acompañamiento que se había extendido toda su vida adulta y ella sintió que no podía hacer otra cosa que intentar procesar el dolor frente al teclado. De ese esfuerzo nació El año del pensamiento mágico, su libro más famoso.
Didion había tenido una vida acomodada y gozaba de un reconocimiento extendido, pero la muerte del marido la había dejado sin reacción. Todo esto mientras su única hija, Quintana Roo —que moriría en 2005— permanecía internada en grave estado en terapia intensiva por una enfermedad, también imprevista.
La escritura de El año del pensamiento mágico, en el que Didion terminaría haciendo una autopsia de su propio dolor, le insumió apenas 88 días y puso a prueba todo lo que había aprendido en relación a la literatura en un momento límite: la calidad de su obra le valió el National Book Award en 2005. Didion narraba con maestría el proceso que atravesó durante el primer año del duelo y las formas que asumían la perplejidad y la negación: “Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba”, arrancaba su libro.
El título refiere a que, durante un año, ella se resistía a deshacerse de los zapatos del marido muerto porque espera que él volviera a buscarlos. Y los lectores agradecemos la manera en que combina, de manera un tanto misteriosa, la fragilidad y la aspereza; una emoción a flor de piel y cierta capacidad inédita para dar cuenta de los hechos con una precisión temeraria.
Una cronista del vacío
Ahora, Jessica Lange acaba de confirmar en un artículo reciente de USA Today que se prepara para protagonizar la adaptación cinematográfica del libro más famoso de Didion: la producción se iniciaría a comienzos del año próximo y, si bien Lange no aportó más detalles sobre el proyecto —aún no trascendió el nombre director ni del estudio que la producirá—, se presume que ella encarnará a la propia autora, como en su momento hizo Vanessa Redgrave en 2007, cuando El año del pensamiento mágico tuvo su adaptación teatral en el Booth Theatre de Broadway. En ese entonces, el unipersonal causó gran impacto.
La admiración que despierta Didion también obedece a que narró la otra gran tragedia de su vida, la muerte de su única hija, en Noches Azules (Blue Nights, Random House, 2011). Allí, reflexionaba sobre lo que le tocó vivir y recordar ante ese otro abismo. Escribir es, muchas veces, un intento desesperado por entender, incluso ante una pena atroz.
Hasta la publicación de estos dos libros, las novelas y artículos periodísticos de Didion la mostraban como la gran cronista de la pérdida de una ilusión colectiva, y de la propia incertidumbre, en un país que, en la segunda mitad del siglo siglo XX había revelado el reverso del llamado sueño americano. Y lo había hecho con un estilo que, sin resignar el rigor de la crónica, jamás renunciaba a la subjetividad de la mirada. Aunque fue la muerte de su esposo la que la llevó a observar, con esa mirada asertiva, intimista y a la vez intransigente, su propia realidad.
Nacida en Sacramento en 1934, la autora había comenzado a escribir a muy temprana edad, con apenas cinco años, en un cuaderno que le había regalado su madre con la ilusión de aplacar cierta inquietud de la hija que se le hacía casi inmanejable. A los 20, se mudaba a Nueva York, donde comenzaría formalmente su carrera como periodista en Vogue, y apenas dos años más tarde ya era editora asociada de esa revista. Mientras tanto escribía su primera novela, El río en la noche (Run, River), que se publicaría en 1963. No pocos la consideran como una de las piezas vitales para entender el recorrido de su obra. En nuestro país circula en edición de Fiordo, con traducción de Javier Calvo.
No le llevó demasiados años medirse con los principales referentes del Nuevo Periodismo estadounidense, Tom Wolfe, Truman Capote y Gay Talese, para convertirse en “la gran cronista del vacío californiano”. En sus crónicas de la madurez, también hay algo de esa fuerza y ese desapego o despojo de quien narra sin otro compromiso que el de mirar y analizar lo que ve, hacia afuera y hacia adentro.
Cuando en 2013 fue premiada por el entonces presidente Barack Obama, él la definió como una autora que había marcado su vida y la de todos los estadounidenses.
El centro cede
En 2017 se filmó el primer documental sobre la vida de Joan Didion, que está disponible en Netflix: El centro cede se hizo en base a más de sesenta horas de material de archivo, e incluye pasajes en los que la periodista y escritora cuenta su vida en primera persona.
La producción se inició después de que su sobrino, el director de cine Griffin Dunne, lograra acceder a sus archivos personales, pese al celo que siempre mantuvo Didion respecto de su intimidad, por fuera de sus escritos.
Allí, ella misma cuenta también sobre las fiestas a las que asistió con Janis Joplin y las salidas que compartió con Jim Morrison, y se ven, también, entrevistas con Annie Leibovitz, Patti Smith, Michelle Williams y Liam Neeson, contemporáneos de un tiempo en que los periodistas compartían el glamour y los mismos circuitos que las estrellas de cine y las celebridades, al mismo tiempo que se sumergían en historias anónimas y oscuras. ///50Libros