>

Saramago íntimo: un corte de pelo antes de recibir el Nobel, las discusiones en Lanzarote y el libro que no escribió para las vacaciones

El estilista Manolo Cortés formó parte del círculo íntimo de amigos de José Saramago. En este artículo comparte algunos recuerdos del tiempo en que fue uno más del “Clan Saramago”.

Por


José Saramago en Lanzarote
José Saramago en Lanzarote

Un acontecimiento memorable

En 1998, tuve la suerte y el privilegio de asistir a Estocolmo, para ver la entrega del Premio Nobel de Literatura a José Saramago. Fueron unas vivencias hermosas, gratificantes y con un halo de esperanza sin precedente en mi vida. Escuchar el discurso de José en la Academia Sueca haciendo alusión a los Derechos Humanos, justamente cuando se cumplían cincuenta años de la firma de la Carta de las Naciones Unidas, fue algo extraordinario y sobrecogedor. El ganador del Premio Nobel desde su Olimpo trataba de hacer que el universo memorizara que, indiscutiblemente, los derechos humanos están por encima de todo.

Como anécdota disparatada, antes de salir para el Ayuntamiento de Estocolmo, donde se celebraba la entrega del Premio, tuve que cortarle el pelo en la habitación del hotel. Yo verdaderamente no acertaba a entender que me tocara vivir en primera persona semejante acontecimiento. Fue algo extraordinario que no olvidaré nunca en mi vida.

Manolo Cortés junto a Pilar del Río y José Saramago en la entrega del Premio Nobel (1998)
Manolo Cortés junto a Pilar del Río y José Saramago en la entrega del Premio Nobel (1998)

Zapatos para el centenario

Tiempo después tuve la oportunidad de volver a Estocolmo con José y su mujer, Pilar del Río. Me invitaron a acompañarlos para el centenario de los Premios Nobel. Recuerdo que Pilar y yo empezamos a debatir qué iba a ponerse ella, qué no se ponía. Yo soy su amigo, pero también me dedico al estilismo y por eso me permitía darle algunos consejos.

Y entonces ella entró en shock porque dijo que no tenía zapatos y, con ese sentido de la austeridad que tiene, empezó a decir que no iba comprarse unos zapatos para ir solo y exclusivamente al Centenario. Ahí estábamos debatiendo los dos cuando José se nos quedó mirando con asombro: “¡Qué os pasa!” Pilar le dijo que no podía gastarse tanto dinero en unos zapatos. Y él le preguntó “¿Lo tienes o no lo tienes?”. Al final, Pilar y yo fuimos a comprar sus zapatos.

Esa vez, ella usó un magnífico vestido de Modesto Lomba, un modisto español, que llevaba en el interior una frase bordada de El Evangelio según Jesucristo: “Miraré tu sombra si no quieres que te mire a ti. Quiero estar donde esté mi sombra si allí es donde están tus ojos”.

Manolo Cortés le corta el pelo José Saramago antes de recibir el Premio Nobel
Manolo Cortés le corta el pelo José Saramago antes de recibir el Premio Nobel

Las discusiones del clan

Fue impresionante ver a José con ese carácter tan superior y tan extraordinario, aparentemente serio. Él era un hombre muy divertido. Recuerdo los días en Lanzarote, con la batería de perros que le rodeaban en la casa, la mesa infinita y las conversaciones después de los almuerzos. Éramos un grupo de amigos que nos desplazábamos como una banda de gitanos andaluces que tenían un Premio Nobel de Literatura como amigo. Nos decían el Clan Saramago.

Un día estábamos debatiendo en la mesa de la cocina; debatíamos permanentemente y él, que tenía una actitud tan ecléctica sobre la vida, nos miraba de soslayo, como diciendo “Ustedes están locos”. Un día, decía, debatíamos en la cocina: había muerto un Papa, creo que el que se llamaba Wojtyla, y se había hecho una cobertura periodística de una manera que se nos antojaba desmedida. Estábamos discutiendo si era un hecho tan importante y digno de tal cobertura, y entonces aparece José con un atlas en la mano, nos mira a todos sin necesidad de expresar su estupor, y finalmente dice: “¡Cómo es posible que le dediquéis tanto tiempo a un acontecimiento en un país tan pequeño que ni se aprecia en la constelación!”. Abre el atlas y muestra un punto perdido en el espacio: “Señores”, dice, “esto es la Tierra. Entenderlo ya, no somos nada”. Se levantó y volvió a su estudio en la torre para escribir.

José Saramago
José Saramago

Un libro perturbador

Otro momento importante con él en Lanzarote fue cuando, en unas vacaciones, se me ocurrió leer ni más ni menos que El ensayo sobre la ceguera. Estaba yo en el jardín comenzando a leer y él se me aparece y me dice: “Pero ¿tú estás loco? ¿Cómo se te puede ocurrir leer un libro de ese tipo en unas vacaciones?”. Me lo coge suavemente de las manos y me dice: “Anda, vete a la biblioteca y cógete otro más divertido”. Efectivamente, El ensayo sobre la ceguera era un libro bastante perturbador para leer en vacaciones. ///50Libros


Publicado

en

por