El teatro independiente porteño es un universo fascinante. Entre obras experimentales y espacios alternativos, se entreveran las experiencias extraordinarias con otras insufribles. Este artículo presenta una serie de “recomendaciones” basadas en la vivencia personal con una del segundo tipo.
10 tips para no volver al teatro independiente
1. Acepte una invitación bienintencionada a ver una obra de teatro independiente. Es necesario no haberse informado sobre la misma, no leer la sinopsis ni las opiniones de otros espectadores. Si no reconoce el nombre de ninguno de los actores y actrices del elenco, tanto mejor.
2. Asegúrese de que la sala en donde se representa la obra carezca de una ventilación eficiente. El calor y la insuficiencia de oxígeno facilitarán el objetivo.
3. Procure que en la sala no haya butacas sino gradas precarias de madera, lo más incómodas y peligrosas posible. Que al dolor que entraña sentarse en ellas durante 80 minutos se le agregue el vértigo de lastimarse. Si la sala tiene o no seguro de responsabilidad civil es una incógnita que le suma valor dramático a la experiencia.
4. Pague una entrada con la expectativa -cuanto más alta, mejor- de pasar un buen momento. Si el director de la obra es conocido, sus obras necesariamente tienen que ser buenas.
5. Es preferible que la obra en cuestión trate temas sórdidos de la manera más repulsiva posible. Olvídese de la verosimilitud. Lo importante es que usted la pase mal y se lleve el mensaje que quiere transmitir la puesta: “todo en la vida es una mierda”. Lo ideal es que cada personaje sea miserable y lo declame como una virtud, que lo haga con la convicción de ser el portador de una verdad inapelable, y que le haga sentir que si usted no empatiza con ellos es porque vive dentro de una burbuja despreciable.
6. Es fundamental que el público esté ubicado de tal manera que, en caso de disgusto o aburrimiento, le resulte inconveniente retirarse de la sala antes del final. Esto se logra ubicando el espacio escénico -donde transcurre la obra- entre los espectadores y la puerta de salida, de manera que no haya forma de abandonar la sala sin soportar las miradas inquisidoras de público y actores por igual.
7. Es conveniente que la utilería sea de la peor calidad posible para evitar la suspensión de la incredulidad. Ejemplo: pintar con marcador negro una botella de plástico de gaseosa y pretender que es una botella de vino tinto. Contribuirá a nuestro objetivo que los personajes tomen del pico interpretando la caricatura de un alcohólico.
8. Mire a los demás espectadores, que estarán tan hartos como usted. Note el esfuerzo que hacen por parecer interesados. Comparta con ellos una mirada de fastidio que más tarde ninguno querrá admitir en público.
9. El objetivo se alcanzará fácilmente cuando la obra incluya ruidos estridentes e inesperados (un disparo repentino, una puerta que se cierra con violencia). No desestime los insultos injustificados entre los personajes, el maltrato físico gratuito y cualquier otra forma de naturalizar la vileza y el resentimiento.
10. Por último, que la obra minimice la valoración del tiempo y predisposición del público. Que sea abyecta, en lo posible una oda a la miseria. Que lo convenza de que la risa es un autoengaño para no ver la realidad, que el erotismo y la belleza son innecesarios, y que divertirse es un error. ///50Libros