¿Por qué Kamala Harris puede lograrlo? Ese es el título de la columna en la que el novelista Richard Ford (autor de Entre ellos, Canadá y Francamente, Frank, entre otros títulos), con humor e ironía, y sobre todo con una esperanza descarnada, dio las razones de por qué, a tres meses de las elecciones generales en Estados Unidos, apoya a Kamala Harris a que llegue al Salón Oval. El artículo se publicó en Il Corriere della Sera y también en El País de España, aunque con un título que parecía indicar una carga opuesta.
“Los demócratas de todas las corrientes se reúnen en torno a Kamala Harris como aquel hombre perdido en el desierto que, al emerger de una duna, ve un oasis y se precipita tambaleándose sin ni siquiera rozar la duda de que pueda ser un espejismo”. Desde que Joe Biden se bajó de la carrera ante la fórmula Trump-Vance, el optimismo de los demócratas ha desbordado la campaña de Kamala Harris. Las contribuciones para sostener su candidatura superan los 200 millones de dólares y el flujo no muestra signos de agotarse.
En términos concretos, Harris necesita el voto de 1.976 delegados en la convención demócrata para obtener la nominación, pero es una formalidad que se da por descontada desde que ha recibido el apoyo explícito de figuras como Nancy Pelosi, Barack y Michelle Obama, y George Clooney.
Una mujer enigmática, un hombre mezquino
Ford encuentra una de las fortalezas cruciales de Harris en su naturaleza enigmática, algo a lo que los republicanos no saben cómo hacer frente. Ante ella, sigue Ford, Trump se entrega a una incoherencia verbal con ráfagas de acusaciones autolesivas. “Trump se muestra como realmente es: cínico, pomposo y mezquino”, dice. Por eso, los demócratas esperan el debate —Kamala Harris se lo va a devorar de un bocado— con un entusiasmo acrítico, quizás desesperado.
Desde la vereda de enfrente, los republicanos mantienen sus aspiraciones no sólo por las visibles debilidades de la candidata —que cuatro años atrás perdió la carrera con el presidente saliente, que tiene un discurso abúlico, que no logra armar un equipo, que es irritable—, sino por el atentado de Pennsylvania. “Un conocido republicano, un brillante analista”, escribe Ford, “señaló que, con esa bala, Trump se había adjudicado automáticamente la victoria. Según su extraña lógica, si la bala no te mata, al menos te asegura la presidencia de Estados Unidos”.
Kamala Harris, yes we can
Hay temas conflictivos en los que Trump puede sacar rédito, como el problema de la inmigración ilegal. También hay otros en donde Harris, integrante de la administración actual, puede mostrar logros, como la recuperación económica postpandemia. Pero en el balance, dice Richard Ford, “siempre y cuando Biden se mantenga alejado de la escena”, Kamala Harris tiene muchas posibilidades. “La ideología y las convicciones cuentan cada vez menos para los votantes, y la popularidad de Trump está confinada a sus seguidores más fanáticos y desequilibrados”. Para el escritor, está claro que muchos estadounidenses están dispuestos a votar por cualquiera que no sea Donald Trump.
Ford cierra el artículo con un análisis que apunta más al perfil psicológico que político del votante: no se vota al candidato con quien uno comparte completamente la línea política, ni para recibir beneficios directos, sino, que se vota al candidato en quien uno confía. “Nosotros, ciudadanos, confiamos en él, esperamos que no pierda la razón y que haga lo correcto para el país”. Esa candidata es, para Ford, Kamala Harris. “Y por eso, sí, no lo oculto, sí, con todo el corazón estoy convencido de que podemos lograrlo”. ///50Libros