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Borges, Proust y Celan: los escritores del Papa

El Vaticano publicó una carta apostólica del Pontífice en la que plantea la importancia de la literatura en la formación de los cristianos. Los grandes libros ayudan “a explorar la profundidad del alma humana y a comprender mejor las experiencias y emociones de los demás”, dice.

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Papa Francisco (Foto: AP)
Papa Francisco (Foto: AP)

Unos días atrás, el Papa Francisco publicó una singular carta apostólica dedicada a la importancia de la literatura en la formación personal y espiritual. La carta se inscribe en una serie de documentos que el sumo pontífice emite habitualmente y que abarcan temas diversos: desde exhortaciones hasta mensajes específicos preparados especialmente para distintas ocasiones. En lo que va de 2024, ha publicado más de una docena de cartas sobre la justicia, la paz, la espiritualidad.

En esta nueva carta, el Papa hace una defensa de la tranquilidad profunda de la literatura por encima de la vorágine superficial de las pantallas y las fake news. La literatura, dice, ofrece consuelo y nuevas perspectivas ante desafíos emocionales y espirituales. La posición del Papa es tradicional y clásica: hay una apropiación ética y utilitaria de la literatura.

“La literatura nos ayuda a explorar la profundidad del alma humana y a comprender mejor las experiencias y emociones de los demás”, dice y subraya que los libros no sólo son para los fieles, sino que, muy por el contrario, es importante que sacerdotes y agentes pastorales incorporen la literatura en su formación, ya que no solo mejora sus habilidades comunicativas, sino que también habilita una conexión más auténtica con las personas.

Jorge Luis Borges en la icónica foto de Annemarie Heinrich (1967)
Jorge Luis Borges en la icónica foto de Annemarie Heinrich (1967)

Escuchar una voz

La carta, compuesta por 44 apartados, ronda continuamente en la idea de que la literatura es una fuerza moral, una guía para los momentos de incertidumbre, un instrumento ideal para que los hombres encontremos significado y propósito. Con ejemplos de los santos y exégetas de la Biblia, el Papa dice que “la literatura puede ayudar a superar los momentos más oscuros de la vida, ofreciendo luz y esperanza cuando más se necesita”. La lectura permite reflexionar sobre nuestras experiencias y encontrar consuelo en las historias compartidas. «Es una puerta a la introspección y al conocimiento interior».

Hay, sin embargo, algo llamativo y es la mención a varios escritores, entre los que se destacan Borges y Proust.

Dice del primero: “Cuando pienso en la literatura, me viene a la mente lo que el gran escritor argentino Jorge Luis Borges decía a sus estudiantes: lo más importante es leer, entrar en contacto directo con la literatura, sumergirse en el texto vivo que tenemos delante, más que fijarse en las ideas y en los comentarios críticos. Y Borges explicaba esta idea a sus estudiantes diciéndoles que quizás al comienzo iban a entender poco de lo que estaban leyendo, pero que en todo caso habrían escuchado ‘la voz de alguien’. Esta es una definición de literatura que me gusta mucho: escuchar la voz de alguien. Y no nos olvidemos qué peligroso es dejar de escuchar la voz de otro que nos interpela. Caemos rápidamente en el aislamiento, entramos en una especie de sordera ‘espiritual’, que incide negativamente también en la relación con nosotros mismos y en la relación con Dios, más allá de cuanta teología o psicología hayamos podido estudiar”.

La mención a Proust, más breve, recupera la idea de la literatura como un “telescopio” enfocado en los seres y en las cosas que es “imprescindible para concentrarse en ‘la gran distancia’ que lo cotidiano traza entre nuestra percepción y el conjunto de la experiencia humana”.

¿Qué habrían pensado estos dos escritores? Es difícil saberlo porque la del Papa es una lectura utilitaria. Por lo pronto, podemos decir que, a Borges, que no le gustaba Proust, no le habría gustado la comparación.

Marcel Proust
Marcel Proust

Acercarse a lo invisible

“Llorando por el destino de los personajes, lloramos en el fondo por nosotros mismos y nuestro propio vacío, nuestras propias carencias, nuestra propia soledad”, dice el Papa, que encuentra en la literatura valores como la solidaridad, la justicia y la empatía.

Por eso los maestros deberían promover el contacto de los estudiantes con los libros: lejos de la lectura obligatoria, deben crear espacios de celebración de la literatura. «La lectura no solo es un acto de conocimiento, sino también una oportunidad para el encuentro y el diálogo».

En el final, Francisco vincula el misterio del arte con el misterio religioso y equipara la figura del poeta con la del cura: “La afinidad entre el sacerdote y el poeta se manifiesta en esta misteriosa e indisoluble unión sacramental entre la Palabra divina y la palabra humana, dando vida a un ministerio que se convierte en servicio pleno de escucha y de compasión, a un carisma que se hace responsabilidad, a una visión de la verdad y del bien que se abren como belleza. No podemos renunciar a escuchar las palabras que nos ha dejado el poeta Paul Celan: «Quien realmente aprende a ver se acerca a lo invisible»”. ///50Libros


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