“Cuarenta mil pesos”, dicen. Eso es lo que piensan gastar. Afuera la llovizna cae mecánica, persistente. Adentro ellos —deben andar por los veintipico— deciden qué llevarse entre los libros de Gog y Magog, los de Excursiones, los de Editorial Marciana. Ella, un tapado azul cerrado hasta el cuello, pollera negra y botas; podría apostarse que acaba de salir de la oficina; él, una campera Adidas vintage color bordó, pañuelo y flequillo rollinga. Dicen cuarenta mil pesos, pero es un número lábil. Quizá gasten diez o quince o veinte mil pesos más. Porque ¿cómo hace uno para resistirse al último impulso y llevar un libro más?
Por tercer año consecutivo, la Feria de Editores Independientes, la Fed, se realiza en el C Complejo Art Media, de Corrientes y Dorrego. Del 8 al 11 de agosto, más de trescientas editoriales de Iberoamérica acomodan sus ejemplares esperando a los lectores: la Fed es una feria y, por lo tanto, es un mercado, pero más que nada es una celebración de la literatura. Por eso la mayoría de los vendedores son los propios editores, por eso muchas veces, antes de cerrar una venta, se quedan hablando de libros y recomendando títulos de sus vecinos.
No deja de ser llamativa la relación de los porteños con la cultura —aún cuando en los últimos tiempos todo lo que rodea a la cultura parece estar en permanente sospecha— porque la agenda del año se llena de eventos que se esperan y que convocan a miles de personas: el Bafici, la Feria del Libro, la Feria de Editores Independientes, el Filba, la lista sigue. La Fed tiene entrada libre y gratuita y en promedio los libros están en un rango de entre 16.000 y 19.000. Pero hay ofertas y descuentos del 10% en pago en efectivo.
Muchas editoriales acomodan el plan editorial para tener novedades en la Fed. En la Feria grande, los tanques de las multinacionales se comen toda la atención, pero en esta hay otro tipo de lectores y otro tipo de búsquedas. Eterna Cadencia trae los nuevos cuentos de Hernán Ronsino, Tenemos las máquinas el ensayo La primera materia, de Cynthia Edul, y Caleta Olivia la antología poética Ruge el bosque. Uno de los libros que más llama la atención es Borderline Carlito, que reúne las entradas del blog de Carlos Busqued cuando escribía Bajo este sol tremendo. Lo publica Blatt & Ríos.
El clima lluvioso y desangelado no amedrenta a los lectores que, todavía a la hora del cierre, van a la caza por las “calles” de la Fed que homenajean a grandes escritores: está la calle Marcelo Cohen, la calle Hebe Uhart, la calle Sara Gallardo, las calles Juan Forn, Luis Chitarroni, Tamara Kamenszain. “Yo creo que la gente sabe que es mejor venir el jueves y el viernes que esperar al fin de semana”, dice Maximiliano Papandrea, editor de Sigilo. Por eso no se muestra tan sorprendido de la gran cantidad de público que acompañó el primer día. El sábado y el domingo del año pasado hubo momentos en que la feria colapsaba y la cola que se armaba afuera era bastante larga.
Sigilo tiene un papel importante en la agenda de actividades de la Fed: la senegalesa Seynabou Sonko, autora de la novela Djins, participa en el último panel de esta edición de la feria. Justamente ese libro y Que algo pase pronto, de Agustina Espasandín, son las novedades que preparó la editorial para estos días, pero por ahora el gran llamador son los libros de Jesse Ball. Sigilo publicó tres libros del neoyorquino: Cómo provocar un incendio y por qué, Cuando comenzó el silencio y Los chicos 6, “Siempre están los fans de Jesse”, dice Papandrea, y anticipa la visita del autor al Filba.
En esta edición de la Fed hay también un festejo especial: la editorial Entropía cumple veinte años. Han recorrido un largo camino desde que publicaron Hidrografía Doméstica, de Gonzalo Castro, y Semana, de Sebastián Martínez Daniell. Pese al verso del tango, llegar a los veinte años es un hecho importante. Y, además, llegan con su número 101, que es Teoría del tacto, de Fernanda García Lao. Entropía festeja el aniversario con una actividad este viernes a las 19.30, con la presencia de muchos de los autores que han publicado. Aunque parezca raro, uno no puede dejar de sentirse partícipe de la permanencia y el crecimiento de Entropía. Por haber leído sus libros, por haberlos regalado, por haberlos comentado.
Esa sensación de pertenencia es también una característica de la Fed. Tal vez sea porque uno se encuentra revolviendo libros a la par de los autores que lee, como Sergio Bizzio, Luis Gusmán, Ariana Harwicz, Mauro Libertella. Tal vez porque Víctor Malumian y Hernán López Winne, los hacedores de la Fed son dos grandes profesionales además de ser dos buenos tipos. Tal vez porque desde hace trece años, desde que la primera Fed se hizo en el lobby de FM La Tribu, todos fuimos la chica del tapado azul o el chico de campera Adidas que, agarrados de la mano de su pareja, eligen qué leer. ///50Libros