Margaret Atwood, una de las escritoras más influyentes de la literatura contemporánea, no podrá leerse en Utah. La autora canadiense, que a lo largo de su carrera abordó temas como el feminismo, la identidad, el poder y el medio ambiente, y que en varias oportunidades fue candidata al Premio Nobel de Literatura, ha sido prohibida por el Consejo de Educación de aquel Estado.
En cumplimiento de una ley que entró en vigor el 1 de julio que busca “priorizar la protección de los menores”, se confeccionó una lista de trece libros prohibidos: Oryx y Crake de Atwood, Forever de Judy Blume (autora de ¿Estás Ahí, Dios? Soy Yo, Margaret), What Girls Are Made Of de Elana K. Arnold, seis libros de Sarah J. Maas —con quien parecen haberse ensañado particularmente—, entre otros. La ley establece que cualquier material que describa actos sexuales debe ser retirado de las aulas y bibliotecas escolares.
En un año marcado por la campaña presidencial, la medida generó críticas no solo por su impacto en la libertad de expresión, sino también por su carácter antidemocrático. La ley define que un pequeño número de distritos escolares pueda tomar la decisión por todo el Estado, lo que se considera como una imposición que contraviene las preferencias locales.
La organización PEN America, que monitorea la libertad de expresión, calificó la medida como un ataque a los derechos fundamentales. Jonathan Friedman, director de Programas de Expresión Libre en PEN America, en declaraciones recogidas por The New York Times, señaló que esta es la primera vez que un estado prohíbe de manera tan amplia una lista de títulos en todas sus escuelas públicas. La organización advirtió que esta censura podría tener efectos devastadores sobre la diversidad cultural y el acceso a la información en Utah.
Por su parte, Kasey Meehan, directora del programa Libertad para Leer de PEN America, expresó su preocupación en el diario británico The Guardian por las guías de implementación de la ley, que estipularon que los libros prohibidos debían ser «legalmente eliminados» y no podían ser vendidos ni distribuidos. Según Meehan, esta ambigüedad podría llevar a la destrucción masiva de libros, lo que recordó prácticas de censura más radicales en la historia.
En respuesta a la prohibición, Margaret Atwood se pronunció con ironía en sus redes sociales. La autora de El cuento de la criada comentó que debía ser “la ancianita más peligrosa de 84 años”.
Cabe señalar que el impacto de El cuento de la criada, una novela distópica que imaginaba una sociedad donde las mujeres eran reducidas a meras reproductoras bajo un régimen teocrático, fue especialmente notable en contextos donde los derechos de las mujeres estaban en peligro. Durante la discusión por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en Argentina, mujeres vestidas como las «criadas» de la novela se manifestaron frente a instituciones públicas para denunciar lo que consideraban una intromisión estatal en sus derechos reproductivos. En la censurada Oryx y Crake, Atwood explora las consecuencias del avance científico sin control.
Atwood dijo que, aunque no apoyaba la prohibición de libros, comprendía que ciertos temas podían ser difíciles para lectores jóvenes. Sin embargo, dijo esta decisión debería estar en manos de los padres y educadores, no del gobierno. /// 50Libros