Pasó hace tan poco que casi no hace falta recordarlo: tras la obtención de la Copa América 2024, Enzo Fernández filmó un video donde algunos jugadores de la selección festejaban con una canción que contenía frases xenófobas hacia el equipo francés, un tema que venía ya desde la final del Mundial 2022. La polémica escaló rápidamente, hubo recriminaciones de la Federación Francesa de Fútbol y Fernández tuvo que salir a pedir disculpas públicas. El escándalo incluso provocó la renuncia del subsecretario de deportes, Julio Garro.
“Obviamente, escuché hablar de esta polémica”, dice ahora en diálogo con 50Libros la escritora Seynabou Sonko, que está de paso en Buenos Aires para participar en una actividad en la FED y en una entrevista en el Malba —hoy a las 19— a cargo de María Ramón del Mar. Sonko es autora de la novela Djinns (Ed. Sigilo) y fue presentada en sus actividades como una escritora franco-senegalesa. “La pregunta sobre si el equipo de fútbol es francés o africano es un falso debate”, sigue.
—¿Por qué?
—Porque el mundo debe saber y aceptar que Francia no es un país blanco. Les guste o no, somos franceses. El equipo de fútbol es representativo de cómo es Francia hoy. Lo mismo sucedió conmigo: me han presentado como franco senegalesa como una manera de justificar que yo fuera negra. Pero yo me considero francesa.
El título de la novela, Djinns, se refiere a una creencia popular que sostiene que todos llevamos un doble invisible dentro. La protagonista, Penda, es la hija menor de una familia senegalesa. Vive en un barrio humilde de París con su abuela curandera, Abu Pirata, y a ella le gustaría seguir sus pasos. Penda tiene un vecino, Jimmy, al que han internado con un diagnóstico de esquizofrenia —que también se puede leer como una metáfora de la vida en tránsito de la inmigración, pero Abu Pirata cree que hay que calmar el enojo de su djinn. Djinns es una novela de aprendizaje que presenta un fresco de una ciudad donde conviven, en tensión, dos culturas, dos visiones del mundo.
—¿Te sentiste discriminada en Francia?
—Mentiría si dijera que no. Pero creo que lo que pasó en Francia fue más amable de lo que pasó en la Argentina con los pueblos originarios.
—Pero las colonias…
—Sí, es cierto que Francia tiene una historia colonial. Está la cuestión de la guerra de Argelia, por ejemplo. El eslogan francés “libertad, igualdad, fraternidad” funciona bajo ciertas condiciones y el racismo está por todas partes. Te doy un ejemplo concreto. En mayo estuve en una residencia, en una mansión al norte de Francia. Yo estaba trabajando en mi segundo libro y los transeúntes me preguntaban si yo era el ama de llaves. Les parecía inconcebible que yo fuera escritora. Esa es una forma de racismo más sutil; no te van a decir “negra de mierda”. Y hay otra cosa que también me pasa: a veces me preguntan si mi novela transcurre en África, como si no pudiera escribir un libro que sucede en París. Y yo soy parisina. Cuando me preguntan eso, yo digo “Sí, sí, hay una escena en el medio de la sabana con animales y todo. Compralo que te va a gustar”.
—¡Qué malvada!
—Hay que saber reírse. Prefiero reírme a ponerme nerviosa y enojarme.
—Más allá de que tenga un marco de pobreza y vulnerabilidad, Djinn es también una celebración de la diversidad.
—Para mí, es importante darles a los demás la posibilidad de ser quienes quieran ser. Yo no tengo prejuicios con nadie a quien conozca por primera vez y, dado que a mí me pusieron en un casillero donde siempre hay una percepción negativa, lo último que pretendo es hacerle vivir eso a las demás personas. Así es cómo abordo a mis personajes. De hecho, hay momentos en los que siento que ellos son quienes me orientan en qué dirección ir.
—¿Por qué el djinn de Penda es blanco?
—Fue un procedimiento literario. Cuando uno lee, siempre asume que los personajes son blancos, entonces, si el personaje es negro, el escritor lo tiene que aclarar. Penda es negra, pero yo no quería decirlo. Entonces encontré que la manera de introducir esa idea era ponerla a debatir con un djinn blanco. Yo no me levanto por las mañanas diciéndome soy negra. Es el otro el que me ve negra. Si el personaje de una novela es blanco, jamás va a decir que es blanco. El centro y lo universal es ser blanco. Pero yo también me percibo universal. En cualquier caso, yo soy el centro de mi mundo.
—¿Qué representa para vos Abu Pirata?
—La espiritualidad, el cuidado, la libertad. En tres palabras, diría eso. Pero también sé que es una figura fantasmagórica, porque conocí muy poco a mi abuela, y la creación de ese personaje fue una manera de acercarme a ella.
—¿Cómo es tu djinn? —Va cambiando. ¡Siempre cambia! Ahora, creo que se va a dedicar a aprender español. En este momento, pienso mucho en la cuestión de la identidad; creo que ahora es una mujer negra trans. Siempre subyace la idea de género. A veces tengo la impresión de ocupar el espacio como un hombre. A mí eso no me supone ningún problema, pero veo que a la gente le choca un poco. Así que tengo ganas de responder: ¿por qué no? ///50Libros