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Adiós a Melina Furman, la maestra de maestros que vivía en estado de creatividad

Referente educativa y autora de «Enseñar distinto» y «Cómo criar hijos curiosos», entre otros títulos, dejó una marca indeleble en la docencia argentina. Murió este viernes, 6 de septiembre

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Melina Furman
Melina Furman

—Te pregunté todo lo que me pasa en mis clases.

—¡Sí! ¡Me di cuenta!

Así eran siempre las entrevistas con Melina Furman. Cada vez que sacaba un nuevo libro, yo me las ingeniaba para ser quien la entrevistara. Tuve la suerte de hacerle varias. Para mí, esas eran las oportunidades de hablar con alguien brillante que, no sólo iba a darme una historia interesante, sino que iba a ayudarme a mejorar como profesor.

La letra fría dice que Melina Furman era licenciada en Ciencias Biológicas por la UBA y que tenía un máster y un doctorado en Educación por la Universidad de Columbia. Investigadora del CONICET, profesora en la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés y codirectora de la Especialización en Educación en Ciencias Naturales de la misma universidad, dirigía también la colección “Educación que aprende” en la editorial Siglo XXI, donde publicó, además, varios libros como La ciencia en el aula. Lo que nos dice la ciencia sobre cómo enseñarla, Enseñar distinto: Guía para innovar sin perderse en el camino, Curiosidad extrema. Experimentos para entrenar los superpoderes de tu cerebro.

Melina era una mujer que vivía en estado de creatividad. La recuerdo en el Festival Puerto de Ideas un año antes de la pandemia, cuando dio una charla sobre cómo enseñar matemáticas a partir del juego y la magia. Para quienes nos formamos en la educación tradicional, las propuestas de Melina siempre traían un componente de imprevisión y asombro. Y era alguien que entendía rápida y claramente por dónde se movía el espíritu aprendedor.

Melina Furman en 2020: "La tecnología nos abre otras oportunidades para cambiar lo que hacemos en el aula”
«La tecnología nos abre otras oportunidades para cambiar lo que hacemos en el aula”

Ha habido tantos cambios en la educación en los últimos años, que a veces se pierde la perspectiva de quiénes veían un poco más allá. En enero de 2020, muy poco antes de la cuarentena que nos obligó a dar clases por videoconferencias, ella ya había reconocido que los estudiantes usaban YouTube y WhatsApp como herramientas de aprendizaje. “Podemos enojarnos o podemos aprovecharlo a nuestro favor”, me dijo aquella vez. “En la medida en que empecemos a usar la tecnología, ese afuera que a veces nos asusta nos va a abrir otras oportunidades para cambiar lo que hacemos en el aula”.

Melina era una mujer desafiante porque ella misma tomaba desafíos. Siempre gentil y dispuesta a escuchar las experiencias de aula, cuando le contabas alguna inquietud particular, en lugar de darte consejos, te proponía un reto. “¿Y no te animás a…?” Creía que se podía enseñar distinto. Pensaba al docente como un científico, al aula como un laboratorio y los estudiantes como los que debían experimentar en el aprendizaje. Tenía fe en la educación como una verdadera práctica de la libertad.

Nos vimos por última vez en la Feria del Libro de este año. Siempre puntual en el programa de actividades de Ticmas, había faltado el año pasado por la enfermedad, pero este año, había tenido una mejoría y quería hablar de Curiosidad extrema, el libro que había escrito junto a sus hijos y funcionaba como una suerte de lado B de Cómo criar hijos curiosos. En Infobae, la crónica de Mariana Kozodij decía en el título: “La curiosidad se puede entrenar, amplificar y también se puede apagar”. Me gusta esa frase porque resume claramente la pedagogía de Melina: el docente es quien puede ayudar al estudiante a explotar sus condiciones, pero también debe entender la responsabilidad de lo que se juega si no lo hace.

Melina Furman en Ticmas (Foto: Agustín Brashich)
Melina Furman en el auditorio de Ticmas en la Feria del Libro 2024 (Foto: Agustín Brashich)

Hace unas tres o cuatro semanas hablamos por teléfono: queríamos hacerle una entrevista para hablar, no de sus libros, sino de la realidad de la educación en el país: qué pensaba del plan de alfabetización, del cambio del currículum y la transformación educativa. Estaba encantada, pero estaba muy débil venir al estudio: por qué mejor no íbamos a su casa. Quedamos en que íbamos a esperar a que se sintiera bien, que se diera tiempo para recuperarse. Melina Furman murió ayer, viernes 6 de septiembre. Tenía 49 años.

El mes pasado, por los 125 años del nacimiento de Borges, hice una encuesta entre escritores, críticos y académicos sobre su vigencia en la literatura. Uno de ellos, Alfredo de Jorge, me dijo: “Más que pensar si Borges sigue teniendo relevancia en la literatura argentina, cabría preguntarse si la literatura argentina tiene relevancia sin él”. Esta frase se aplica perfectamente sobre Melina y la educación. ///50Libros


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