Londres vive por estos días una nueva controversia en torno a la figura de Oscar Wilde. Según refiere un artículo de The Guardian, una escultura de dos metros de la cabeza del escritor instalada en Chelsea despertó las críticas furibundas de su nieto, el académico Merlin Holland. La estatua, diseñada por Edoardo Paolozzi (1924-2005), muestra la cabeza de Wilde tumbada y segmentada en un estilo cubista y pop art —que en la Argentina asociamos rápidamente con Marta Minujín—.
Merlin Holland ha dedicado más de tres décadas a preservar el legado de su abuelo. Como editor de las cartas completas y autor de la primera versión sin censura de los juicios, Holland siempre ha intentado mantener una representación fiel y compleja de Oscar Wilde. En relación a la escultura, dijo que era «absolutamente horrible» y que no capturaba el ingenio ni la brillantez de su abuelo, sino que se enfocaba en cambio en los aspectos más trágicos de su vida.
Paolozzi fue un escultor británico de una extensa trayectoria, conocido por su influencia en el arte moderno, especialmente en el Pop Art. Nacido en Edimburgo, desarrolló su carrera en Londres y París, integrando elementos surrealistas y cubistas en su obra. Fue fundador del Independent Group, precursor del Pop Art británico, y su estilo distintivo incluye la deconstrucción de figuras humanas en formas geométricas, como se ve en los mosaicos de la estación de Tottenham Court Road y en su famosa escultura de Newton frente a la Biblioteca Británica.
La instalación de esta escultura en Dovehouse Green, un sitio cercano a la antigua residencia de Wilde, buscaba conmemorar el centenario del nacimiento de Paolozzi. Sin embargo, las reacciones no fueron del todo positivas. Simon Wilson, excurador de la Tate Gallery, comentó en The Guardian que la escultura refleja más la visión del propio Paolozzi que la esencia de Wilde, planteando dudas sobre su capacidad para conectar con el público.
Este no es el primer desacuerdo en torno a las representaciones que Paolozzi hizo de Wilde. En 1995 se convocó un concurso para erigir un monumento al escritor en Londres y el diseño de Paolozzi fue rechazado por considerarse demasiado brutalista. En su lugar, se seleccionó una obra de la artista Maggi Hambling, reconocida por sus esculturas públicas. Aquella obra, ubicada ahora cerca de la estación de Charing Cross, es más accesible y lúdica, y ha sido elogiada por invitar al público a interactuar con Wilde de manera más directa.
En última instancia, la controversia en torno a la escultura de Paolozzi subraya la tensión entre las interpretaciones modernistas y tradicionales de las figuras históricas. La pregunta es cómo queremos recordar a Wilde. ///50Libros