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«¿Sabés quién es Paul Auster?» El homenaje al último autor de la gran novela americana

A cinco meses de la muerte de Paul Auster, la editorial Planeta realizó un encuentro homenaje al escritor de «La trilogía de Nueva York» en la Librería Naesqui. El encuentro estuvo coordinado por María Belén Marinone

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Creía que mi padre era dios, de Paul Auster, en la nueva colección de Planeta
Creía que mi padre era dios, de Paul Auster, en la nueva colección de Planeta

La editorial Planeta realizó ayer un homenaje a Paul Auster, a cinco meses de su muerte. El encuentro fue en la Librería Naesqui (Charlone y 14 de julio) y estuvo coordinado por la periodista María Belén Marinone, que leyó el texto que a continuación transcribimos.

¿Sabés quién es Paul Auster?

¿Sabés quién es Paul Auster? Esa fue una de las preguntas que me hizo un antiguo jefe en una entrevista de trabajo. Así, sin vueltas, entre el recorrido por mi historial académico y la trayectoria laboral se coló Paul Auster. “Sí, claro”, contesté. Sabía quién era Paul Auster hasta ese momento, pero no sabía en quién iba a ser Paul Auster para mí. Definitivamente, ninguno de los dos, sentados en esa pequeña sala del tercer piso, lo iba a saber.

El cuestionario sobre Auster no continuó, pero si lo hubiera hecho, tenía preparada una respuesta digna y escueta: que era uno de los autores estadounidenses más reconocidos y que La trilogía de Nueva York era uno de sus emblemas. La charla continuó y Auster se diluyó en mi vida hasta unos meses después.

Para recurrir a datos estrictamente concretos, Paul Auster nació en 1947 en Newark, Nueva Jersey. Pero Brooklyn sería su hogar, como el de tantos de sus personajes, y el escenario tanto de su vida como de sus historias. Podemos decir que Auster también es autor de libros como La música del azar, El libro de las ilusiones, El palacio de la luna, El país de las últimas cosas, La noche del oráculo, Tombuctú son algunos libros que se pueden detallar para hablar de él. ¿Hablan de él? Sí.

Una bolsa con los libros de Paul Auster
Una bolsa con los libros de Paul Auster

“Te gustaría saber quién eres”, se dijo a sí mismo Paul en Diario de invierno, mi libro favorito, una obra introspectiva y autobiográfica, en el que repasa momentos importantes de su existencia, en el que va desde experiencias cotidianas, relaciones personales, enfermedades hasta los inevitables cambios físicos que impone el paso del tiempo. Un retrato íntimo en el que él también se preguntaba: ¿Sabés quién es Paul Auster?

“Como no sabes nada de tus orígenes, hace mucho que decidiste presumir de que eres un compuesto de todas las razas del hemisferio oriental, en parte africano, árabe, chino, indio y caucasiano, el crisol de muchas civilizaciones enfrentadas en un solo cuerpo”, escribió en esas páginas y siguió: “Por tanto, has decidido conscientemente ser todo el mundo, aceptar a todos los que llevas en tu interior con objeto de ser tú mismo de una forma más libre y plena, puesto que la cuestión de quién eres es un misterio y no albergas esperanzas de que algún día se resuelva». ¿Paul Auster es lo que escribió, lo que genera en los otros, lo que dicen los medios o su genética?

La pregunta volvió a mí. Esta vez, la escena era distinta. Corría el año 2014, ya trabaja en Grupo Planeta, en el sello que editaba ahora a Paul Auster. La noticia había revolucionado la editorial: Paul pronto visitaría la Argentina por segunda vez. ¿Qué había que hacer? Bolsas de cartón, señaladores, folletos, carteles, publicidades, todo con su cara casi en primer plano.

Cuando se las entregamos, la sorpresa en su rostro fue genuina, casi infantil. «Es la primera vez que hacen una bolsa con mi cara«, dijo, maravillado, mientras observaba los detalles. Auster, que siempre ha escrito sobre las vueltas y misterios del destino, no podía evitar reírse de la idea de llevar su propio rostro impreso en una bolsa por las calles de Brooklyn. «No puedo esperar para mostrársela a Siri«, dijo con ese tono grave pero cálido. Dijo, entre risas, que iba a usar la bolsa para hacer las compras del barrio, «le va a encantar». Y paseó, como un niño con juguete nuevo por la Feria del LIbro de ese año.

Creía que mi padre era dios, de Paul Auster, en la nueva colección de Planeta
Creía que mi padre era dios, de Paul Auster, en la nueva colección de Planeta

Unos días más tarde, en un homenaje en la Embajada de Estados Unidos, quise saludarlo, aunque con dudas sobre qué le iba a decir. «Me hacés acordar a mi abuelo«, fue lo que logré pronunciar, un poco pensado y otro poco cargada de una emoción extraña, que no era azar: su complexión física, su mirada y sus dedos apiñonados me traían a mi abuelo de vuelta. Pero eso él no lo sabía. ¿Sabés quién es Paul Auster? Quizá debería haber recordado esa pregunta, más como un recordatorio de lo que siginificaba –y lo sigue haciendo– su figura para el mundo literario. Lo cierto es que para mí era un elogio, un elogio personal. Convencida de que entendería el elogio oculto en esas palabras, Paul se sorprendió, levantó las cejas y respondió, casi divertido: «No sabía que lucía tan viejo». Mi primera carcajada. Desde ese día –perdón, Freud– lo empecé a llamar “Mi novio”. Si hoy me preguntan diré que es mi novio.

Incluso, los libros de tapa dura e ilustraciones que editamos los presenté ante libreros como “mis hijos”, mucho antes de ser madre de carne y hueso.

Auster acompañó a varias generaciones de lectores a través de las complejidades de la vida: la soledad, la identidad, la memoria, el azar, la pérdida. Ayudó a un amigo que no era su lector, pero que estaba sumido en la tristeza, en medio del duelo por la muerte de su padre. “¿Qué puedo leer?”, me preguntó. Le recomendé, sin dudar, La invención de la soledad, ese libro íntimo donde Auster relata su propia pérdida. Y en ese espejo, mi amigo encontró que no estaba solo. Que en el laberinto de las palabras y el dolor se encontraban, aunque no se conocieran.

Su obra es vasta y diversa. Escribió poesía, ensayos, relatos y hasta guiones de cine. Dirigió películas como Smoke y Blue in the Face, donde su sensibilidad narrativa se trasladó a la pantalla.

Pero quiero pensar en un personaje, en el de Ciudad de Cristal. Quinn es un escritor de novelas policíacas que, tras recibir una llamada telefónica equivocada, asume la identidad de un detective privado llamado Paul Auster.

Como si se hubiera transformado en Quinn, ese personaje que se disfraza del detective Paul Auster para deambular por el laberinto de Nueva York, Buenos Aires o cualquier ciudad. “Quinn había imaginado a menudo esta situación: el repentino e inesperado placer de encontrar a uno de sus lectores”. Hoy encontró a esta lectora. ///50Libros


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